A pesar de todo el optimismo que intentamos recargar en estos últimos brindis, para la mayoría de las personas atentas el horizonte con el que amanece el 2019 no parece muy promisorio para los trabajadores en el contexto nacional e internacional.
Sin embargo, es probable que en nuestra particular realidad eso sea diferente. Ante todo, porque el 2018 fue un año muy duro, pero lo que no te mata te fortalece. A pesar del relato falaz y retorcido que mantienen los canallas que infestan la conducción de ATE, el debate que instalamos en el primer cuatrimestre sobre este CCT tan mal gestado fue determinante para evitar sus efectos inmediatos más devastadores. Quizás no alcanzó para evitar todos los daños ni para neutralizar el poder sobre la gestión del Sistema de Salud que el gobierno les entregó a cambio de quien sabe qué, pero esa responsabilidad le cabe al patetismo de las conducciones políticas, y a los niveles de conducción que deberían ser técnicos y comportarse como tales. Nuestra responsabilidad como trabajadores profesionales organizados no se limitó a la denuncia y la protesta, propusimos e impulsamos cambios en la reglamentación para contener daños en la aplicación inmediata, y un proyecto de ley de carrera profesional que posibilite salir de esta situación y contar de una buena vez con una política laboral que resuelva los problemas de disponibilidad y desarrollo de las disciplinas más propias y complejas del Sistema de Salud.
Tenemos algunas expectativas concretas para este nuevo año, empezando por la resolución formal de nuestra inscripción gremial, que va a poner fin a las excusas burocráticas para excluirnos de la negociación colectiva sectorial, negándonos el derecho constitucional. Ese derecho a elegir una representación legítima abarca otros aspectos vitales para el Sistema, como la participación en los concursos de ingreso y de cargos de conducción, tanto en la elaboración de las bases como en el visado de todas las instancias. Y también se extiende a todos los aspectos que hacen a la protección de derechos laborales profesionales, y a la protección de los derechos de los pacientes que el Estado debe garantizar.
Esa resolución formal traerá aparejado un crecimiento organizacional, con la constitución de regionales y formalización de delegados y funciones de las respectivas comisiones directivas. Y el desafío para ese crecimiento está en la voluntad de participación y la indispensable tolerancia y madurez para construir un modelo realmente democrático de debate y toma de decisiones.
El 2019 nos trae esa oportunidad. Aprovecharla depende de nosotros, de nuestra confianza en lo colectivo y de nuestra sinceridad en las convicciones. Pongamos una buena cuota de los deseos y del optimismo recargado en estos días en esta tarea, y seamos artífices de una felicidad compartida...
SALUD!!.. PÚBLICA!!!
Misiones y funciones de la Intitución.